Confrontación espiritual y victoria total

Base Bíblica : 1 Pedro 5.8; 2 Corintios 2:11

Introducción:

Cuando dejamos de orar, de leer la Palabra y de mantenernos en la presencia del Señor, corremos el peligro de caer en la pasividad espiritual que progresivamente nos lleva al estancamiento. No solo nos afecta a nivel personal sino familiar. Es necesario desarrollar intimidad con el Creador. Y de la mano con esa proximidad al Padre, la disposición de librar la batalla que se libra a nivel espiritual porque el enemigo no quiere ver que llegamos a nuevos niveles. Si esas batallas las libramos de la mano del Señor Jesús, tenemos asegurada la victoria.

I.- Bajo ninguna circunstancia podemos ignorar las maquinaciones del enemigo (1 Pedro 5:8; 2 Corintios 2:11)

1.- Si lo permitimos, el enemigo espiritual toma ventaja a través de sus maquinaciones (2 Corintios 2:11)

a.- El enemigo trabaja las 24 horas del año para procurar nuestra caída espiritual.

b.- Debemos estar preparados para librar las batallas.

2.- Debemos mantenernos alerta ante las acechanzas del enemigo (1 Pedro 5:8)

3.- El propósito del enemigo es destruirnos (Juan 10:10), en contravía de lo dispuesto por Dios.

II.- Debemos confrontar el mundo de las tinieblas (Mateo 26.41; Efesios 6:10-12)

1.- Al enemigo espiritual hay que confrontarlo.

2.- El Señor Jesús nos enseñó la importancia de mantenernos alertas en oración (Mateo 26.41)

3.- Hay que hacer uso de las armas espirituales (Efesios 6:10-12)

4.- El cristiano debe avivar la santidad y consagración a Dios.

III.- Enfrentamos eficazmente a las tinieblas cuando ejercemos la autoridad en Cristo

1.- Si queremos librar las batallas victoriosamente debemos someternos a Dios (Santiago 4:7)

2.- Si batallamos contra el enemigo, debemos confiar en la Palabra de Dios y sus promesas.

3.- Es necesario que, en toda circunstancia, ejerzamos autoridad contra el enemigo (Lucas 10.19; marcos 16:17, 18)

4.- Tomados de la mano del Señor Jesús tenemos asegurada la victoria.

Conclusión:

Los cristianos tenemos asegurada la victoria en las luchas que libramos contra el enemigo. La victoria proviene de nuestra dependencia de Dios. Él delante de nosotros como poderoso gigante. Es esencial que nos dispongamos para batallar y vencer. Ejercer la autoridad contra las huestes del mal tiene como fundamento, además, desarrollar intimidad con el Padre celestial. Si los cristianos avanzamos en esa dirección, nada nos detendrá.